lunes, 26 de abril de 2010

EL CAMINO


En casa todas las comodidades aguardan,
el techo es sólido y mullida la cama.
Pero nuestros pies no están cansados todavía,
y encontrar nuevas gentes y parajes es nuestra guía.

Quizá encontremos, quizá nos encuentren,
nada está claro en el presente.
Todo se ilumina con la luz de Lo Pasado,
mas, por ahora, seamos “simplemente” afortunados.

Detrás del recodo pueden esperar todavía
muchas otras sorpresas que te cambian el día.
Y, aunque hoy pasemos de largo otros caminos,
puede que mañana sean nuestro destino.

La casa atrás y delante el mundo,
es el estandarte de nuestras pilas...
ya habrá tiempo de cambiar de consigna
y escribir algún que otro punto.

Luego el mundo atrás y la casa delante,
volvemos al sólido techo y a la mullida cama.
En el calor y sin reprocharnos nada,
podremos viajar a donde nos lleven las perdidas miradas.


SEMPORNA-MABUL ISLAND

Llegamos a la costa este del estado de Sabah, acercándonos a la frontera con Indonesia.


La mezquita de Semporna, una ciudad-trampolín para llegar a las "famosas" (para los submarinistas) islas de Mabul y Sipadan.
Nos decepcionó enormemente la cantidad de basura que puedes ver en el mar. El plástico es la nota dominante construyendo el substrato perfecto para insalubridades varias. El agua cerca de este puente que se dirige a las viviendas/comercios sobre el mar, aparecía ennegrecida y las ratas pululan por doquier.
Semporna se prepara para el Regatta Festival, llegando gente de todas partes de la costa. No llegamos a verlo porque suponía quedarnos una semana más, pero nos gozamos los preparativos: engalanamiento de los botes tradicionales. La vida aquí está totalmente volcaca hacia el mar (quizá demasiado).
Actividad en el mercado central.
Ana degusta unas mandarinas.
De camino a las islas se podían ver casas diseminadas por todo el horizonte. Algunas en medio de la nada. Autopistas de inmesurables proporciones. En general pareciera que la gente aquí hace lo que le da la gana dónde le da la gana. El mar es un lugar sin leyes.
Llegada a nuestra estancia en la isla de Mabul, una "homestay" local donde vimos la vida local bien cerquita. El lugar es precioso, aunque bastante explotado.
Nos quedamos en una de las casas que estaban al lado de las únicas construcciones oficiales: el colegio y el puesto de guardia. Al otro lado de la isla (10 min) estaban los resort más serios.
Equipados para explorar sobre y bajo. El ambiente foráneo de la isla era de buen rollo submarinístico.
No pudimos ir a Sipadan porque el cupo diario es muy estricto  y no había plazas hasta unas semana después(es lo que tiene improvisar)
El sol inclemente roba la belleza de la mujer asiática por lo que se cuidan bien de evitarlo. Paseo entre el cementerio y los depósitos de agua.

 Cementerio rico arropado por la sombra y el aroma de los franchipanis a la izquierda y cementerio humilde con bote de gasolina y nescafé a la derecha.
Puestos locales con reclamos varios de la naturaleza circundante. Da mucha pena ver todo el coral extraído para....decorar el baño de los turistas.
En esta isla de apenas 2km cuadrados habitan unas dos mil personas. El 80% son niños, los reyes del lugar. Es fantástico verlos a sus anchas sin ninguna amenaza urbanita. Aunque, de nuevo, la basura enturbia este paraíso. La concienciación está a años luz de producirse aquí, parece.
Paaeando por el barrio después de otro día de snorkel.

La tarde cae, baja la marea... y se aprovecha para fijar la casa. Estos nuevos habitantes llegaron al día siguiente que nosotros, y aquí piensan quedarse. Esto es literalmente un cayo malayo.
No se crean, incluso tenían una cancha de basket donde jugamos unos puntillos mientras a Ana los niños le daban clases de malayo. La canasta artesal tenía verdadero mérito. Todos ganamos.
Aunque no haya foto, esa noche nos gozamos una buena fiesta con ron y guitarras bailando en la terraza de Jeff (que acababa de sacarse el título de monitor) al borde del mar, con un cielo estrellado como nunca y de fondo las luces de una lejana tormenta. Conocimos a gente muy intersante de all over the world, entre ellas, Eva, una madrileña londinense afincada en Camboya que nos divirtió con sus anécdotas.

De vuelta en tierra firme. En la puerta de nuestro Resort de lujo en Tawau. El nombre del hotel habla por sí solo. El interior mejor no mostrarlo...
Lo compensamos dándonos un homenaje en una de las marisquerías chinas de la ciudad. Comida para el deleite a precio de menú, al fín. Puedes elegir del acuario los bichos que mejor te caigan y directos al plato. La felicidad facial de Ana lo dice todo.

lunes, 19 de abril de 2010

RIO KINABANTANG

Empieza la Naturaleza


No tuvimos mucha suerte en el Centro de Rehabilitación de Orangutanes de Sepilok (según parece uno de los mejores del mundo, pero la información la valoramos de escasa).  Sólo acudieron un par de ellos a la plataforma de alimentación (como están libres en la selva contígua vienen los que quieren, normalmente sujetos jóvenes reintroducidos recientemente). Fue caro y algo "circo turístico", pero por lo menos apoyamos una buena causa.
Después nos trasladamos a Sukau, un pueblo perdido en la rivera del rio Kinabantang donde hay una reserva nacional de flora y fauna importante. Nos sentíamos como en "La Reina de África".
Tres días de excursiones oteadoras... no tuvimos que afinar mucho la vista en la primera de ellas ya que nos topamos, sorprendidos a la par que emocionados, con este ejemplar de elefante pigmeo salvaje dándose un baño en un afluente. Nuestro guía local estaba tan emocionado como nosotros... Y el elefante también, por lo que se marchó.
El lugar y sus gentes es realmente encantador. La vida mira hacia el rio, y sus gentes se mueven por él.
...Y vizco (de rara flor).
Uno de los grandes tesoros de la zona es su abundancia de aves. Entre las que más nos gustaron están  los Kingfishers. Es un espectáculos verlos pescar a una velocidad que supera al ojo humano. La excursión nocturna nos permitió acercarnos suficiente como para fotografiarlos. Echamos de menos una lente telescópica para otros más lejanos e huidizos pero, por lo menos, teníamos unos prismáticos y las imágenes están grabadas en la memoria.
Otro de nuestros encuentros...(hay que ver a dónde llega la vista de los guías para localizar seres). Una pitón mediana engulló delante nuestra a un roedor despistado: aquí sólo le quedaba el rabo y alguna patilla.
Con la bruma levantándose a nuestra proa, las excursiones al amanecer son, si cabe, aún más mágicas. El río humeante levanta su telón para mostrar su espectáculo, a nosotros, sus espectadores entusiastas.

La señora  Livingstone...supongo, olfateando el brote de un jengibre salvaje.
Los macacos de cola corta eran los más descarados, pero también vimos monos narigudos (proboscis), macacos de cola larga y algún gibón.
Todos despiertan nuestro lado más primate y algunos verdaderamente son hombres de la selva.
Conflicto de paso entre dos grupos de macacos en el puente de los orangutanes, ingeniosamente construido con mangueras de bomberos para evitar el aislamiento de los grupos remanentes. Allí estuvimos observándolos  en sus trifulcas vespertinas.
La calle principal de Sukao al atardecer cuando llama la lumbre...
Gracias a la nueva conciencia ambiental se ha conseguido conservar la zona de jungla de la invasión de las plantaciones de aceite de palma. El pueblo aún permanece intacto, con un enorme encanto junglero.
A las 6 de la mañana, de camino al cole...
La quietud en la jungla no existe, pero sí un estrepitoso silencio que evidencia su diversidad
Después de unos días, cuales Rodriguez de la Fuente (que por cierto era dentista), pudimos distinguir algunas especies entre la arboleda.
Nuestro guía eran un jóven jovial padre de familia con el que hicimos migas (salvando las distancias del lenguaje).Una  noche nos deleitó con la pieza más conocida del concierto de Aranjuez que, hasta ese día, pensaba que era una obra japonesa..no te fastidie.

Ummm... me parece que he visto un lindo gatito..(hay leopardos moteados, pero muy raros de ver).
Plano-secuencia de nuestra particular película almodovariana:
Nos debían  llevar desde Sukau hasta el cruce (a 40 km) para poder coger la guagua. La cara se nos quedó a cuadros cuando vimos que el  conductor de 14 años que nos llevaba no era el  chófer oficial (menos mal), sino otro sujeto que él sacó en brazos de un bar y que era  rompetechos pero paralítico de piernas. Conducía con un estick de treking del revés apretando acelerador o freno (según la ocasión). El brazo que le quedaba libre lo empleaba, aparte de para sujetar el volante, para saludar a todo ser que se cruzaba en nuestro camino a la par que para coger el móvil (conduciendo con el codo entonces) puesto era un hombre de negocios y llevaba, en el asiento de copiloto, a su secretario personal, un chico de unos 16 que le sostenía una botella de agua llena de café, pues no le había dado tiempo a desayunar. Nos tranquilizó diciendo que no podía pasar de 100... conteníamos la respiración cada vez que adelantaba o nos cruzábamos con los numerosos camiones de carga que pasan por esa carretera. De la niña de cuatro años que en la "gasolinera" se encargaba de poner el embudo mejor no diremos nada....

BORNEO- KOTA KINABALU


La tercera isla más grande del mundo. Mentarla evoca imágenes de junglas espesas, ríos indómitos, orangutanes y otros animales salvajes y tribus descendientes de cazadores de cabezas... en nuestra imaginación; y, aunque sabemos que las leyendas dejan paso a la producción, estamos emocionados en nuestro nuevo destino.

De nuevo nos encontramos en el hemisferio norte. En el mítico reino de Sabah, ahora uno de los tres estados que componen la prometedora Malasia.  Kota Kinabalu, su ciudad principal, es una excesiva dosis de humanidad pero con encanto pesquero.

Cine- gastronomía... en este "restoran" indio-malayo de esquina, viendo Avatar (piratísima, por supuesto) con otros parroquianos muy interesados. Kota se distingue por su multiculturalidad.
En el mercado central los hombres se encargan de el vuelto... y las mujeres, de" la vuelta"
Mercado nocturno de pescado justo en frente de donde lo descargan los barcos. Tanto que no sabíamos quién se lo iba a comer. Para ser pescadero, obligatoriamente, tienes que fumar, a ser posible mientras cortas el pescao.
Mejunje dulce típico malayo: hielo picado con leche condensada, judías rojas y maíz con gelatinas varias y sirope de cereza. Todo en una bolsita bien agitada (pero no removida) la mar de apetitosa. To take away...
Cadena de reflexología...En el Sunday Market dándole un respiro a los juanetes. La mayoría de los masajistas eran invidentes.
Gemelas: foto artística... ¿se lo creen?

Al parecer lo más famoso de Kota Kinabalu son sus puestas de sol pues mira hacia el Oeste. Realmente son bonitas, no sólo por los colores, sino porque suponen que el sol se marcha de una vez pa otro lado (el calufo es tan tremendo que lo deseas durante todo el día).
Por lo demás es una ciudad basada en los centros comerciales y mercados (como habrán visto) de todos los colores, sin ningún otro particular en nuestro punto de vista. En general, la gente no es que esté aplatanada, está apapayada: lo más gracioso es ver a los seguritas,y dependientes, durmiéndose por las esquinas. Sólo los chinos y los indios te atienden con interés. Será por eso que son la base económica del país.
Los olores son intensos y variados... en la misma inspiración puedes pasar del aromático sándalo a la más fina agua de toilete bien maceradita, esperando a patearte la pituitaria. El calor y la humedad son, además, buenos amplificadores. Todo forma parte de esta paella humana.

martes, 6 de abril de 2010

PERTH Y COSTA OESTE


Perth calurosa nos recibe con desbordante alegría en forma de fuente-oasis de frescura 


Juega, juega. Juega sin parar que fuera, en el calor, no se puede estar.








Ana se anima a entrar en este magnífico escenario que nos parece que tiene gran potencial creativo.










Volamos a Karratha. Este desangelado pueblo sin consigna, al que no aconsejamos la visita, a menos que se tengan intereses en la minería, nos acogió con un calor de mil demonios haciendo parrillada. Sólo se podía estar donde hubiera aire acondicionado. Teníamos que pasar allí el día hasta que llegara la guagua hacia nuestro destino real: Coral Bay. Menos mal que la iglesia (eso que se ve al fondo) se apiadó de nosotros y nos guardó las maletas (antes habíamos ido probando desde Correos hasta el McDonalds).

Coral Bay nisiquiera tiene la categoría de pueblo, pero tiene un gran encanto. Se trata de un asentamiento en la base del Ningaloo National Park, ideal para relajarse mirando los colores que brinda la naturaleza, tanto dentro como fuera del agua.

La única gasolinera en muchos kilómetros a la redonda conserva ese aire remoto que le confiere atractivo al lugar. Nos recuerda a cómo pudieron ser las islas antes de la fiebre del ladrillo. Esperamos que no pasen por eso en este paraíso.

Nunca el tiempo es perdido cuando se invierte en brisas cercanas y miradas que se pierden en el horizonte marino...
no se nos ocurre otra manera de trasmitir la sensación de plenitud y goce que experimentamos en este no-lugar.


Una piscina natural para toda clase de criaturas del mar... donde ocasionalmente irrumpímos los humanos.

Intentando fabricar un arpón casero para pescarnos la cena. Cenamos atún...de lata.

El gran atractivo de la región son sus fondos marinos y la cercanía de la barrera de coral (línea de olas al fondo).

Una explosión de vida en contraste con el yermo exterior (esta vez contamos con fotos acuáticas).

En la que nos sentimos como peces en el agua... Ana en plena metamorfosis.

La estrella del lugar, sin duda alguna, es la exclusiva visita del tiburón ballena (el mayor pez conocido que puede llegar a los 12 metros) de abril a junio. Acude por la abundancia de comida provocada en la eclosión del esperma coralino después de las lunas llenas de marzo y abril.

Tuvimos la ENORME suerte de llegar puntuales a la cita y poder nadar junto a él (tranquilos, llevaba mis pulseras protectoras).

Un precioso y majestuoso ejemplar de unos 5-6 metros que nos dejó acompañarlo durante unos inusuales e intensos 40 minutos antes de perderse en las profundidades. Pese a sus parsimoniosos movimientos,nos exigía un constante esfuerzo para mantenernos a su lado. Simplemente una de las mejores experiencias de nuestra vida.


Tuvimos tiempo, además, para ver volar a su primo lejano: esta manta gigante (de unos 3 metros de envergadura) que nos dejó observarla mientras barría los bancales de arena.

Bajando el Trópico... este vez por la “Autopista” del Oeste. Los más avispados ya podrían adivinar la hora.
De camino hacia el sur por la costa oeste nos cruzamos con los famosos Road Trains que pueden llegar a tener hasta 4 remolques... vete a adelantarlos, corre! Bueno, van tan rápido los muy malajes que tampoco tienes ese problema.

Hamelin Pool en Shark Bay. La piscina donde viven los seres vivos más ancianos del planeta, presentes en la foto. ¿no los ven? Es que hay que acercarse mucho. Este paisaje tan singular está formado por una de las pocas colonias de Estromatolitos que quedan en el mundo (gracias a unas condiciones muy concretas). Los estromatolitos son formaciones rocosas formadas por cianobacterias productoras de oxígeno. En un tiempo, nuestros mares estuvieron plagados de ellas y posibilitaron que nuestra atmósfera abriera el abanico de vida a otras formas... como la nuestra.


Ana con marsupio de tela acunando a un cangurito huérfano (tengan cuidado en la carretera amigos!).


Atardecer en Denham

despedimos al sol con acordes para ustedes

En Shark Bay (Francois Perón National Park) puedes realmente sentir la unión del desierto con el Mar en una armoniosa batalla de color.

Por algo lo llaman “Shark Bay”. Los hay de todas las especies. Éste es un lemonshark. Yo también puse esa cara de bonito...cuando nos tropezamos con un tiburón gris de arrecife cuando hacíamos snorkel. Pero ellos van a su rollo. Por aquí los defienden de los prejucios peliculeros.

Uno de los grandes éxitos de Shark Bay es su programa de recuperación de especies marsupiales, como el Bilby (en la señal, bastante más original que la consabida canguril). Su huellas en la arena roja nos hablan de una paulatina recuperación de salud de esta tierra hostigada por las especies foráneas introducidas.

Observando como los delfines aprovechan el confluir de las corrientes para cazar bajo la atenta mirada de la colonia de cormoranes.

A unos 30 km., Monkey Mia es un complejo muy conocido porque, desde hace ya cinco generaciones, delfines salvajes acuden todos los días a comer a sus poco profundas aguas.

Verlos tan cerca y en libertad es un placer. Renzo pudo alimentar uno. 

Aunque, a veces, se pueda convertir un poco en un circo, los voluntarios hacen una gran labor divulgativa aprovechando tal visita.
Ana haciendo el pelícano con instructor profesional.






Cape, de los Malgana-Nhanda de Gutharraguda (la península de Shark Bay), nos enseñó la gran cantidad de recursos que el desierto nos puede brindar y cómo la tierra nos habla.Toda una lección de sentirse en conexión con el lugar que habitas.

Una pareja de emus se sorprendieron de vernos tanto como nosotros a ellos

Parece que sintonizamos con Cape y nos consiguió semejante manjar en forma de cangrejo para la hora del lunch. Un lujo. Lástima que las moscas nos atosigaran sin descanso.

En Shell Beach no hay arena, sólo conchas que dejan una blanca estepa. Aún, siguen aprovechándolas para hacer ladrillos...
Tan prístina estaba el agua que Ana pudo ver con claridad como una generosa serpiente marina se le acercaba curiosa a saludar cuando se bañaba. El salto que dió a la orilla superó su marca registrada hasta ahora (aunque no suelen ser agresivas, su veneno es mortal).

Seguimos bajando por la costa hasta detenernos en Kalbarri, otro pueblo costero, pero en este desemboca el río Murchison, donde dimos un paseo en canoa, del que lo mejor fue el copioso desayuno a orillas del mismo.

Unos kilómetros más arriba, el río se convierte en un gran barranco de singular belleza en el cual nos sentimos como en casa (pese a las diferencias... estéticas).
Estas escasas corrientes de agua se imprimen en el anciano paisaje confiriendo atalayas de meditación.
Paisajes caprichosos de la erosión.

Y noches de música compartida.

Los Pinnacles siguen siendo un misterio de inusitada belleza. Para los aborígenes son antepasados que murieron petrificados como castigo de su holgazanería y falta de respeto a la tierra.

Sesión: cualquiera de nosotros podemos formar parte de la leyenda...

Miles de Kilómetros. Candy al volante y Ana... en su dinámica carreteril habitual.

Al volver a Perth, nos quedamos en Fremantle. Una pequeña ciudad que es el puerto internacional de Perth. La ciudad reclama su posición entre las bohemias encantadoras y tiene su propio festival de espectáculos callejero (¿recuerdan Christchurch?).

Por la noche, de marcha con nuestra anfitriona Candy que nos invitó a quedarnos un par de días en su casa... lástima que la cosa no acabó bien, después de que su compi de piso (también chófer de excursiones de aventura) se corriera la gran juerga en casa cantando y zapateando con la música distorsionando los altavoces nada más que para fastidiarnos, a propósito, el sueño... cosas de viaje, que te hacen aprender... y ver como reaccionas.

Algunas fotos para acabar de buen rollo...marino:

sin comentarios 1- peces 2

Sin Título I- Champiñón coralino

Ñoooooo.... me cacho en ostra tú!



 
Con esta serie nos despedimos de Oceanía para entrar en el Sudeste Asiático.... ¡No se pierdan las aventuras de Teo y Tea en Borneo! En sus pantallas próximamente...