La espina clavada que nos quedó en la ida, nos la pudimos quitar al regreso: La pateada en el Tongariro National Park (Corazón de la Isla Norte). Se trata de un bonito trayecto que atraviesa una importante zona volcánica con preciosos lagos... Una tierra de leyendas.
Me empeñé en llegar a la cima del Tongariro (algo más arriba que esta foto), pero la visibilidad era nula. Aún así, satisfecho de culminarla pues su importancia es más mitológica que alpina.
El camino principal está abarrotado (en parámetros neozelandeses) ya que todos los senderistas empezamos la pateada a la misma hora y te recogen al otro lado del parque nacional (unos 20km al norte) también a la vez. Aún así, merece la pena. La zona está llena de actividad geotérmica.
Descendiendo a los bosques. Al fondo, el lago Taupo se insinúa como un gran mar interior.
La “Bay of Plenty” era otra de nuestras asignaturas pendientes. Por fin, un mar con la temperatura adecuada para permanecer más de 5 minutos en el agua (a lo mejor porque el verano se retrasó).
Nos hemos encontrado un par de veces con este aparatejo de pesca playera: el propietario, bien pertrechado de cervezas, pone una bovina gigante de tanza y con un torpedo propulsado por baterías, despliega el/los anzuelos a kilómetros de la orilla; recoge la captura con otras baterías que enrrollan el sedal... ¿para qué estar sosteniendo una caña cuando se puede tener una caña en las manos? (de cebada, claro). Al parecer es un invento local.
Coincidimos con los entrenamientos de un equipo (con toda su variada cantera) de socorrismo acuático. Aquí es un deporte nacional que cuenta con importantes competiciones y es un orgullo ser el equipo de socorrismo más laureado (recordamos las playas de Piha).
Las modalidades que entrenan (y lo hacen arduamente) son atletismo en arena, natación, remo en varias modalidades, salvamento con tabla de sur, flotador o piragua,... en fin, todo un mundo y los niños sanísimos.
Nos encanta el placton gelatinoso que te encuentras en la playa, símbolo de la riqueza y pureza de estas aguas, germen de suntuosa imaginación.
Esta es la cuna del kiwi (traído desde Oriente, engrosado y cambiado de nombre por razones meramente comerciales) pero lo que nos pareció más interesante son los karts de viento. Así que probamos a despegar las ruedas sin volcar por un circuito ecológico y la verdad es que... mola!
De camino a Auckland, nuestro último buzón creativo marca de la granja.
Analfabetismo gastronómico en todo su esplendor...
Auckland con su mejor cara. La ciudad de las velas.
1 comentario:
.....buenas chikillllossss...;-)....cada vez se está haciendo más interesante verlos y ver por donde pasan....y las gentes que conocen....me encanta como nos transmiten no solo con las imagenes todo lo que están viviendo.....ya les dije que los envidio no?.... pero no de la sana....cada vez es menos sana jajajajaj...un abrazoorrrrrr....
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