La tercera isla más grande del mundo. Mentarla evoca imágenes de junglas espesas, ríos indómitos, orangutanes y otros animales salvajes y tribus descendientes de cazadores de cabezas... en nuestra imaginación; y, aunque sabemos que las leyendas dejan paso a la producción, estamos emocionados en nuestro nuevo destino.
De nuevo nos encontramos en el hemisferio norte. En el mítico reino de Sabah, ahora uno de los tres estados que componen la prometedora Malasia. Kota Kinabalu, su ciudad principal, es una excesiva dosis de humanidad pero con encanto pesquero.
Cine- gastronomía... en este "restoran" indio-malayo de esquina, viendo Avatar (piratísima, por supuesto) con otros parroquianos muy interesados. Kota se distingue por su multiculturalidad.
En el mercado central los hombres se encargan de el vuelto... y las mujeres, de" la vuelta"
Mercado nocturno de pescado justo en frente de donde lo descargan los barcos. Tanto que no sabíamos quién se lo iba a comer. Para ser pescadero, obligatoriamente, tienes que fumar, a ser posible mientras cortas el pescao.
Mejunje dulce típico malayo: hielo picado con leche condensada, judías rojas y maíz con gelatinas varias y sirope de cereza. Todo en una bolsita bien agitada (pero no removida) la mar de apetitosa. To take away...
Cadena de reflexología...En el Sunday Market dándole un respiro a los juanetes. La mayoría de los masajistas eran invidentes.
Gemelas: foto artística... ¿se lo creen?
Al parecer lo más famoso de Kota Kinabalu son sus puestas de sol pues mira hacia el Oeste. Realmente son bonitas, no sólo por los colores, sino porque suponen que el sol se marcha de una vez pa otro lado (el calufo es tan tremendo que lo deseas durante todo el día).
Por lo demás es una ciudad basada en los centros comerciales y mercados (como habrán visto) de todos los colores, sin ningún otro particular en nuestro punto de vista. En general, la gente no es que esté aplatanada, está apapayada: lo más gracioso es ver a los seguritas,y dependientes, durmiéndose por las esquinas. Sólo los chinos y los indios te atienden con interés. Será por eso que son la base económica del país.
Los olores son intensos y variados... en la misma inspiración puedes pasar del aromático sándalo a la más fina agua de toilete bien maceradita, esperando a patearte la pituitaria. El calor y la humedad son, además, buenos amplificadores. Todo forma parte de esta paella humana.
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