viernes, 16 de julio de 2010

BAGEPALLI Y FUNDACIÓN VICENTE FERRER

Después de tanto monumento teníamos una cita con un proyecto de voluntariado, así que nos montamos en la compleja pero completa red ferroviaria india...
Rumbo al sur, asiento estándar, ventiladores miles y holgura espacial... por el momento.
En el vagón dormitorio charlando con los chicos de la comida. La mejor manera de recorrer por tierra la larga distancia hasta Bangalore. Unas 23 horas que se pasan bien gracias a que, si no eres muy escrupuloso, estás bien suplido. La hora del aperitivo-buffet pasando "a domicilio".
Los minutos corren parejos al paisaje terrenal que queda atrás mientras que el celestial nos acompaña todo el camino, inmutable (por el momento).
Después de que Latha y Ali (el matrimonio  responsable de la ONG  Forkids en la India) nos recogieran en Bangalore nos fuimos en su todoterreno hacia el pueblo de Bagepalli. Aquí paramos para comprar un surtido variado de distintas clases de mangos... ¡hay unas 100 ó más!
Las vistas desde nuestro ático-cuarto de azotea al borde del pueblo de Bagepalli donde pasamos una semana.
En el colegio, modélico para lo que hay en la zona a pesar de estar a media obra, nuestra jornada laboral empieza diáriamente con los cánticos patrióticos y educativo-marciales que parece funcionan para contener la energía mañanera infantil.
El link de la ONG que colabora con ellos:     forkids

El primer día resulta que es el cumpleaños de Ali, el patriarca y mano dura del lugar... no es ni profesor ni director pero es el "ruler". Aquí en un tierno momento con las alumnas de último curso.
Ali y Latha, que nos mimaban gastronómicamente en su casa, embadurnados de celebrativa tarta.
"Jauría" de niños mirando desconsolados la tarta...

Labores divulgativas. Nos sorprendió lo aplicados, educados y respetuosos que eran. También su alegría era radiante.
En nuestros paseos vespertinos, curioseando en un matojo de rara variedad de albahaca, se colgó del brazo de Ana este alucinante insecto-hoja.
Calles de "nuestro barrio".
La calle principal del pueblo estaba hecha trizas. Parecía la guerra. Estaban tirando, a mazos, ambas "riveras" de la travesía para ensarcharla. De seguridad vial ni hablamos cuando incluso las tiendas permanecían abiertas en las casas que se estaban tirando.
A pesar de haber visto ya de todo sobre una moto, nos sigue sorprendiendo la capacidad de carga de los "rickshaw".
Momento de adoración a Ganesha, otro de los importantes dioses del infinito panteón indio. El brahman vierte agua solemnemente sobre su sagrada figura.
Camino a casa con la vecindad familiarizándose con nosotros.
Hora del helado... o qué se creían, ¿qué no habían heladerías? La foto de la pared es la imágen idílica, y con marea llena, del templo que visitamos en Mumbai (en el capítulo anterior). La "butter milk" y el helado con frutas estaban buenísimos.
Donde fueres haz lo que vieres. La chapati (pan-torta) como cuchara.
Las solícitas celadoras del colegio. Valen para un roto y para un descosío.
Ketama posando para nosotros antes de enseñarnos a su criatura: una serpiente que amancebaba en una de las aulas cerradas para luego sacarse unas rupias en el mercado. Su boca era un poema, pero los ojos realemente explican muchas de las historias de Las Mil y Una Noches.
Ana estrenándose como auxiliar. 200 niños que pasaron por sus ojos la convierten en ya una experta detectando anomalías.
Una de las pijadas del cole es su servicio de guaguas que usaban tanto niños como maestros.
Amiguitas indias de Ana.
Vaquero.... ó ... indio ¿? indio-vaquero
Los que más nos echarán de menos, a parte de los niños, son los del cíber, dónde acudíamos diáriamente a tener noticias de la familia, bajo calores y estrecheces supinas.
Las Vendedoras de adornos florales colorean la destartalada calle principal. Los olores van desde lo más perfumado a, en la misma bocanada, la bazofia más inmunda.
Los inidios cuando son guapos realmente llaman la atención. Lo mejor es que no lo saben. Aquí una joven promesa vendiendo plátanos.
Los deberes en el umbral... más fresquito y con la ayuda de todo el barrio. Ah, y de los mandalas que todas las mañanas se dibujan en el suelo de la entrada antes del amanecer.
LA FUNDACIÓN VICENTE FERRER. ANANTAPUR
Recomendamos un paseo por su página web y por estas fotos de nuestra visita a sus instalaciones.  Alli todo el mundo es bienvenido.
fundación

Nuestra llegada a la Fundación Vicente Ferrer fue una oleada de nuevas sensaciones y un encuentro con la conciencia social.
La primera tarde nos llevaron a ver a el centro de planificación familiar, donde las mujeres dan a luz y  se hacen la ligadura de trompas después del parto.
Ana sobrecogida al coger un recién nacido.
Las abuelas son las que bañan a las criaturas cada tarde con un manejo y una soltura que asusta.
Hay que destacar la flexibilidad de estas abuelitas para bañar a sus nietitos.
Abuela feliz meciendo apañadamente a su criatura en su cuna-hamaca.
Con Leti, Pitu, Fernando y Laura pasando buenos ratos de ocio y entertainment en el campus de la Fundación que es una especie de burbuja de orden y sosiego dentro de la entropía india.

La Barbería: Cuando el negocio está en horas bajas es hora de invertir en formación....
Pudimos pasar los nervios del partido España-Paraguay gracias a la compañia del grupo de españoles residentes y visitantes que estábamos en la Fundación por esos días.
Nuestro gran agradecimiento por habernos cobijado y alimentado durante esos días de forma tan generosa. La verdad es que, además de la impresionante labor de desarrollo regional que llevan a cabo en todos los sentidos y áreas, te tratan con la exquisitez de un invitado de honor. La experiencia superaró todas nuestras espectativas. Lo recomendamos efusivamente.
El taller de costura de las mujeres sordomudas. Otra gran apuesta y otro gran acierto para dotar a estas mujeres hasta ahora marginadas de autosuficiencia y valor social.
Barriendo el campus.
Con Moncho, el hijo de Vicente, una persona que trasmite tranquilidad, buen kharma y seguridad cuando habla de las claves del proyecto... o de cualquier otra cosa!
Con la pandilla tras una cena "a la española". Fue un día de clausura que pasamos enteramente dentro del campus debido a la huelga general por la subida de los carburantes que tenía lugar fuera.
Pastor-fashion conduciendo su carromato de elegantes búfalas.

1 comentario:

Nora dijo...

Sin palabras...Creo que me puedo hacer una idea de lo diferente que se puede ver el mundo desde esa parte del mundo. Ana, tu cara cogiendo a ese bebe lo dice todo... Qué pasada de experiencia! Ganitas de que me cuenten de viva voz jejeje. besos fuertes