sábado, 9 de enero de 2010

Abel Tasman National Park

NORTE ISLA SUR: NELSON



Por allí vinimos. Éste es el estrecho de Malborough, plagado de penínsulas e islas que componen un bellísimo complejo puzle. En estas islas se cobijó de los vientos occidentales, el primer avistador europeo de Nueva Zelanda: el holandés Abel Tasman 1642, a quién se le debe el nombre del país.








De camino al parque nacional de Abel Tasman nos encontramos con grandes estuarios que se vacían con la bajada de la marea.












Aquí llegó el Delorian cuando regresó del futuro. Lo difícil será sacarlo del pasado... será por eso que hay tantos carteles avisando de que no conduzcas ebrio...(también lo dijo Stevie Wonder).








Viendo que había muchos seres pescando, decidimos unirnos a la faena y aprovechar los recursos naturales que esta tierra brinda... y brindamos por ella... hip!









Ana mariscando... Las mareas aquí son cuasi kilométricas.












Con unos 2-3 kilos nos hicimos... parece que la gente aquí le da más a los mejillones, así que de las almejas pasan (aunque por fuera parecían más berberechos gigantes).









 Cena de gala con la receta que nos dió un maorí que encontramos por la playa: hervidos con ajo, bañados con limón, aceite, sal y pimienta: un clásico simple y rico, aunque algunos estuvieran llenos de arena.









ABEL TASMAN NATIONAL PARK



Pateada en el vergel que va bordeando la costa llena de helechos gigantes.













Disponiéndolo todo para partir durante dos días en travesía con kayak, acampando en el interior del parque nacional.










Recorrer la costa mediante kayak te ofrece una panorámica distinta que las rutas a pie. Pudimos entrar en ensenadas, bahías y ríos aprovechando las mareas. El agua preciosa: turquesa transparente.
 Selección de los mejores momentos en nuestro encuentro con la colonia de focas, en una isla frente a la costa. Estaban en plena época de cria, así que vimos a las familias al completo. Las vimos cerquísima retozar y jugar en el agua... a partir de ahora, para nosotros, la vida de foca, la vida mejor, sin estudiar, sin trabajar, coooooooonnn la botella de...


Parece todo muy calmado. Lo era, pero en el interior de las bahías y puertos naturales (como este de Shag Harbour). Fuera, nos las tuvimos que ver con vientos y mareas. Trabajito físico importante. Después de los dos días tuvimos "mareo de remo".
Nuestra llegada a la cala donde íbamos a acampar: Bahía Mosquito, un lugar sólo accesible por mar a no ser que atravesaras el tupido bosque. Las zonas de acampada están genial y bien provistas.
A 5 min de la playa esta fantástica cascada nos venía a pedir de boca para quitarnos el salitre. Muchas playas tenían arroyos que terminaban en ellas. Para ser una foto con el automático no está mal.

explorando lagunas  llenas de conchas...
Cena de acampada en "Mosquito Bay". Por suerte no nos atosigaron mucho.                                                  A tu salud brother!

AÑO NUEVO EN WELLINGTON


Llegamos a la capital. Nos sorprendió su tamaño: pequeña, pero llena de rincones y barrios muy diversos. Es famosa por sus animados y acogedores cafés. Nos encantó el ambiente bohemio de la ciudad  en contraste con la burocracia que se le supone. La calle principal y comercial, la calle Cuba, era un hervidero de propuestas urbanitas y punto de encuentro.
Esta es la Civic Place, donde pasamos el fin de año.









Calle Cuba. Afortunadamente el día 31 nos tocó un día radiante y soleado, en el que se podía pasear tranquilamente.
En Wellington, de cada 3 días uno es bueno. El resto o llueve o hace un viento muy desapacible, al que los locales parecen estar acostumbrados.







Pues como hacía tan buen día y que mejor forma de despedir el año que cantando unas canciones en la calle Cuba.
La gente respondía con una sonrisa a las canciones españolas y por supuesto, la cancíones que más gustaron  fueron  guantanamera y la bamba.







unos dolares para pagar la inversión de la guitarra....













Ensayando en el paseo marítimo. Atrás el club de Remo y los antíguos muelles.








Descubrimos el fascinante mundo del monociclo, hasta ahora desconocido para nosotros. Se celebraban los campeonatos mundiales y todos los días que estuvimos pudimos ver algún tipo de actividad y/o concurso. La destreza y el equilibrio eran sorprendentes, aún más cuando veias a las japonesas manejando el monociclo en la modalidad artística. Como si fuera patinaje artístico sobre hielo pero subido a una rueda.                                                            



Aqui una de las japonesas que nos dejó anonadados el primer día.








La noche en cuestión nos preparamos " los enyesques" para pasar la noche en el concierto: vino y uvas. Pero al llegar a la entrada de la plaza nos informaron que no se podía beber en lugares públicos. Asi que la dejamos en la caravana y  brindamos  directamentre con las uvas.


El concierto, a cargo de un grupo con una cantante de los más particular, con una peluca rubia que a medida que avanzaba la noche se le iba descolocando (muy graciosa ella), supo meterse al público en el bolsillo y bailamos greatest hits de todas las épocas. Después salimos de marcha con una pareja alemana que conocimos por varios clubs y discotecas. El jolgorio y festividad era importante. Por supuesto, a las 2 de la mañana estaban ya todos como cubas.


Aqui una pequeña muestra del estilo ecléctico que compone la ciudad. Habían una serie de edificios de estilo americano años 50 o tipo "metrópolis" muy guapos.Esta es la catedral anglicana.







Viento, viento, viento y más viento. Cuando en Wellington sopla lo hace con mucha furia. De hecho era dificil conciliar el sueño con los sarandeos y ruidos que provocaba en la caravana.


La imagen desde el barco. Despedida de la isla norte dejando la capital atrás.

jueves, 31 de diciembre de 2009

Centro isla norte

Buenas de nuevo a todos!
Antes de nada desearles a todos una buenisísísísma entrada de año 2010 (y parecía lejos...ciencia ficción, vamos) y en segundo lugar, agradecerles los comentarios, apoyos y cariños que recibimos de ustedes. De verdad que se valoran mucho. Nos hace también mucha ilusión que para algunos esté resultando una experiencia tan, o casi tan, valiosa como para nosotros mismos.

Ahora estamos en Wellington, capital de este eclectico país, después de pasar por la zona centro. Lamentablemente no tenemos fotos de los sitios espectaculares que hubiesemos querido pues la suerte ambiental, que va en rachas, nos ha traido lluvias y vientos que han impedido algunas excursiones.
Igualmente les contamos:


Esto fue lo que le dijo la mujer de Te Kupe (el primer explorador polinesio que llegó a Nueva Zelanda sobre el 1200 dC) cuando divisó algo a lo lejos. Por eso el nombre maorí de Nueva Zelanda es Aotearoa.







 
La maoría de los maoríes se tienen por expertos artesanos. Entre dichas artes se encuentra la de escultores de la madera. Sus tallas sus realmente bonitas y cargadas de simbología. Esta casita (pataka) es el lugar donde la tribu o alguno de sus miembros (por supuesto de alta casta) guarda sus tesoros (taonga) más preciados, tanto de tipo joyería-legado familiar como alimentarios.

El haka (baile) tiene muchas formas: intimidatorio, de bienvenida, para representar a tu gente,... son muy bonitos de ver, aunque algunos sean con los ojos en blanco y la lengua fuera.Nos hemos dado cuenta de que los malabares que tanto hemos visto (las bolas en el extremo de unas cuerdas) provienen de aquí. Las canciones, cantadas a 4-5 voces a la vez que se realizan los movimientos y bailes son muy embelezadoras (imaginamos por qué los primeros colonos se enamoraron...).
La zona de Rotorua está llena de actividad geotérmica. Éste es un géiser que se eleva hasta 30m. Hay baños de lodo (que dicen medicinales). En verdad la zona se autoproclama mística y saludable, pero el olor a huevo podrido mezclado con petardo del 15 no se va nunca y no sabemos si eso es bueno at all.
Fuimos a ver el Te Puia, un centro donde se explica la actividad geotérmica dentro del contexto histórico maorí. En realidad no te queda otro remedio ya que todos los géisers están dentro de explotaciones privadas. Dentro de ésta estaba también el instituto nacional de artesanía (cestería y tallas de madera).

Terrazas multicolores por precipitación.
La energía es usada desde la época maorí para cocinar los alimentos... ¡ y en otros lados matándose a encender hogueras!
Nos dimos un baño en una de las zonas "libres" donde se cruzan la corriente de dos riachuelos: uno caliente y el otro frío... fantástico! No hay más que ver las caras.



Las noches caravaniles están llenas de diversión con los juegos reunidos de... cartoni-preciosi! Aquí estamos elaborando nuestro ajedrez. Aunque estamos muy orgullosos de él, a Ana le ha picado el gusanillo y nos hemos sofisticado comprando uno en un todo a 100 (que luego fué todo a 1€ y aquí es sunny 2$).


















Nuestro apartado semanal de caravanas se completa con esta mostruosa caravana. Las hemos visto mayores e incluso con un camioneta delante ¡con grupo electrógeno!....tremendo para nuestros tiernos ojos canarios.


Este camping, a las afueras de Auckland, se notaba que estaba vivido por gente que residia allí permanentemente. En él tuvimos la única experiencia desagradable hasta el momento: en la cocina comunitaria, un maorí borracho y algo perturbado, odiador de alemanes y franceses (menos mal que no conocía a ningún español y no sabía donde meternos), sin un diente y con cara de loco, nos echó un tiento... menos mal que teníamos la sartén por el mango literalmente.



Por aquí se llega a Agaeteagaete... con la cachucha preparada y la guitarra.












Cena de Navidad. Brindamos por todos ustedes con laureado vino local. Reconfortante cena después de un día de emociones fuertes: entramos en el mundo de las cavernas de Waitomo a través de un agujero en la montaña que descendimos en un rappel de 40m.
Lo que allí vimos nos dejó atónitos: cavernas tamaño catedral, ríos y cascadas interiores, anguilas ciegas, concentraciones de nidos de luciérnagas que transformaban los techos en cielos estrellados... lamentáblemente no tenemos fotos.




Renzo aprendiendo a tocar algunas notillas. Parece que ayuda a alejar a las alimañas...

















Este bicho que pillamos in fraganti es un possum y, aunque para nosotros es de lo más adorable ya que se trata de un marsupial nocturno, en NZ es una plaga y están tratando de exterminarlos ya que destruyen el hábitat de los pájaros, entre ellos el Kiwi. También tienen el mérito de ser los bichos más escachados del país... nosotros vemos unos 10-15 al día en la carretera, en plan sello nacional.





En estas cascadas nos unimos a unos lugareños maoríes que estaban enseñando a sus hijos a saltar desde los árboles al río.








Nos contagiaron las ganas y nos dimos un chapuzón. el sitio, precioso y el agua fantástica, como en parque de atracciones dejándonos llevar por la corriente.















Anita reflexiva en un puente de la carretera SH43, la Forgotten World Highway, 150 km de bosques con un sólo pueblo Whangamomona, sin nada más que..












exacto: un pub-hotel de la época de los pioneros. Muy bonito pero de ambiente relativo. Consejo, sólo pedir una ración de papas.









Nos cautivaron estos árboles de color indefinible (bueno, Ana dice que gris azulino) que al alejarnos parecían enormes ovejas pastando... por si hubieran pocas!