miércoles, 7 de julio de 2010

ASIHA SIDO


ASI-A-SIDO (7 meses 7)

Nuestro periplo asiático llega a su fin y sensaciones muy diversas han pasado por todos nuestros sentidos.
Si bien la primera parte de nuestro viaje estuvo volcada hacia la naturaleza y hacia nuestro interior, tratando de sintonizar éste con nuestro cambiante entorno, en la segunda, en las tierras del budismo dominante, paradójicamente la experiencia te saca abruptamente al exterior: la sociedad impera sobre el individuo de una forma algo asfixiante. La humanidad acapara toda la atención aunque te encuentres en medio de la jungla.

A pesar de que las cosas se ve que están mejorando notablemente y que en muchos países se percibe un ambiente emprendedor a pié de calle que sería la envidia de occidente, dicho aumento del nivel de vida, no puede hacerte dejar de pensar que quizás la fiebre del capitalismo recién estrenado y su consumismo más recalcitrante, no son la vía idónea...
El Comunismo es meramente nominal.

Por otro lado, no creo que tengamos derecho moral ninguno a recriminarles  su actitud, ni la explotación salvaje de sus recursos naturales, fruto de la insistencia hipócrita de nuestras comunidades económicas en trasladar los problemas a dónde nadie se queje (en vez de resolverlos) y de la presión mediática, ya que  ellos también quieren verse progresar... a cualquier precio.  Aunque el deterioro no se produzca en nuestras tierras, somos en gran medida responsables.  Autosuficiencia versus necesidades superfluas. Sorprende ver lo globalizados que podemos estar en algunos sentidos y qué bien se guardan otros mensajes menos “productivos”.

El tipo de turismo que “los adinerados occidentales “ (para ellos no ser oriental es sinónimo de salirte el dinero por las orejas) practicamos, también se presenta decisivo. Esta es la razón de que Laos haya optado por declarar más parques naturales que sus vecinos y promueva un turismo más sostenible. Esto, que no deja de ser la menos mala de las alternativas, no deja de ser una forma de extorsión que al final los ancla a nuestro preciados euro/dólares y a intoxicarles de manera creciente con nuestras demandas y sofisticaciones.
En cuanto a sus gentes, existe una gran diferencia de un país a otro. En Vietnam te tratan como a ganado obligado a dejar dinero sin importar de que forma; en Laos son sinceramente amables y todavía no tratan de engañarte, cosa que sí hacen en Camboya, aunque, por lo menos, de buenas maneras.

Te acostumbras a las distancias, a los kilómetros de baches acalorados y polvorientos,  a ponerle otro precio al   tiempo, a las gentes que te miran con curiosidad y a su sentido de la intimidad y el espacio. A lo que tienes que luchar por no acostumbrarte es a la miseria. Aunque la pobreza en Laos y Vietnam parece relativamente sobrellevable pues todo el mundo, entrecomillas, parece tener algo con lo que subsistir, en Camboya te asaltan los niños apelando a tu conciencia. Lo consiguen pero no es buena idea darles dinero pues eso sólo consigue que sus padres continúen explotándolos de sol a sol para que den lucrativa lástima. Realmente sientes que hay un montón de cosas por hacer y que sólo con pequeños cambios su calidad de vida cambiaría ostensiblemente pero, tras recorrer muchos lugares, descubres que dichos “pequeños” cambios suponen un escollo generalmente muy difícil de cambiar.

Por otro lado, lo mejor de las largas horas de travesía es que te permiten tornasolar pasado y futuro, regurgitando pasadas experiencias hace tiempo relegadas al cajón del olvido paulatino y volverlas a rumiar, esta vez, saboreándolas. A medida que discurres por esas sendas, te visualizas  llamando a toda la gente que te apetece ver pero que la vorágine de la vida ha hecho que lleves 4 años sin llamar. Te apetece quedarte abrazado profundamente a tus queridos, sí; y, aunque suene cursi, trasmitirles en dicha no-acción todo lo que te importan, lo que significan.... todo el volumen que ocupan dentro de nuestro “equipaje cerebral”. Nos deleitamos imaginariamente en ese esperado momento del encuentro pensando como sería oportuno agradecer ese sentimiento, aunque sabes que luego la escena será bien distinta. Los matices sociales que en estos meses te ha costado sacudir seguirán habitando en casa, como si huyeras miles de kilómetros para perderlos pero ellos estuvieran programados para volver pos sí solos. Para nosotros todo y nada es igual, y sabemos que hemos vivido en un agujero espacio-tiempo. Por supuesto tenemos enormes ganas de volver, pero también tememos el momento.

De lo que sí estamos convencidos es de nuestra pretensión de ser más sencillos, más trasparentes, más abiertos y menos alienados; en lo posible, mejores personas... relativizar es ahora nuestra norma.

3 comentarios:

climbingpost dijo...

Muy bonito chicos, gracias por contarlo!

Ele dijo...

CAMPEONES CAMPEONES OÉ OÉ OEO, CAMPEONES CAMPEONES OÉ OÉ OEOOOO!!!!!SOMOS CAMPEONES DEL MUNDIAL MIS NIÑOSSS!!!Qué emoción, qué partidos y menudo equipo tenemos!! Me hubiera encantado verlo con ustedes! Muchos besos, disfruten lo que les queda y hasta prontitooo!!

CARLOS-MAÑO dijo...

Bravísimo!!!!!!!!!!!!!
Ya podéis volver como campeones del mundo, de este mundo que conocéis mucho mejor que nosotros, así que esperamos veros pronto y nos contéis todas las anécdotas de vuestra fantástica aventura.
Besos y abrazos!!!!!!